martes, 12 de enero de 2016

DIÁLOGO CLAVE: La "explicación" de la maldad de Henry en "Henry, retrato de un asesino"

Fecha: 1986
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: John McNaughton
Reparto: Michael Rooker, Tracy Arnold
Por qué es clave: McNaughton nos ofrece una explicación freudiana del comportamiento del personaje.


Henry (Rooker) es lo bastante perverso y peligroso como para asustar a cualquier otro villano de la gran pantalla. Sus asesinatos son tremendamente violentos, lo que hace pensar, sin temor a equivocarse que disfruta matando, pero se trata de asesinatos aleatorios, pues sabe que cuanto más imprescindible sea su comportamiento, más difícil será que lo atrape la policía.


Aunque es un hombre solitario, Henry decide compartir su casa con Otis (Tom Towles) un tipo que va dando tumbos por la vida y que no tarda en aficionarse a los asesinatos en serie, con lo que se convierte en el protegido y compañero de Henry. La hermana de Otis, Becky (Arnold), se traslada también a vivir con ellos y pronto se gana el corazón de Henry, o lo que sea que haga bombear su sangre fría (Otis también se siente atraído por ella, pues para un asesino en serie, el incesto es una pequeña minucia).


Becky ha oído que Henry mató a su madre y un día decide preguntárselo. Éste lo confiesa: "La apuñalé", y con la voz impregana de dolor, relata cómo su madre abusó de él y lo humilló cuando era niño. Es una escena clásica en la que se nos ofrecen los datos psicoanalíticos que necesitamos para comprender las reíces de la maldad de Henry, y sentir que ejercemos algún tipo de control. "La maté de un disparo", concluye. Pero sólo un momento antes había dicho que la había apuñalado. Cuando Becky se lo hace ver, Henry se corrige con total tranquilidad. "Ah sí..., la apuñalé". En ese mismo instante nos damos cuenta de que el monólogo que acabamos de escuchar no es más que otra muestra de su locura, que no nos dice más de él que la marca de cerveza que bebe. No hay explicación alguna para una maldad tan profunda. Simplemente es así y tenemos que vivir con ello..., si es que no nos lo impide alguien como él.

David Sterritt.



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