viernes, 22 de abril de 2016

ESCENA CLAVE: La escena de lucha en el pasillo en "Oldboy"

Fecha: 2003
Nacionalidad: Corea del Sur
Director: Park Chan-wook
Reparto: Choi Min-shik, Oh Dae-soo
Por qué es clave: Este enfrentamiento de un hombre contra quince rodado en una sola toma y en un estrecho pasillo es una de las escenas de lucha más memorables que se hayan rodado nunca.

Al comienzo de la escena más famosa de la película de Park Chan-wook, el protagonista, Oh Dae-soo (Choi) se encuentra al final de un pasillo, sujetando un cuchillo contra el cuello de otro hombre. Entre él y el ascensor que hay al menos otros quince hombres con pinta de matones y con palos en las manos. Tal vez podría utilizar al rehén para salir de la situación, pero hay algo dentro de él que lo impilsa a pelear. Después de apartar a su rehén y de cambiar el letal cuchillo por un martillo, ataca a sus enemigos.

El guión gráfico o storyboard original de la película definía un buen número de planos individuales, pero Park cambió de opinión sobre la marcha. En la imagen vemos un caos ingeniosamente coreografiado: los cuerpo caen a izquierda y derecha, el actor Choi Min-shik lanza el martillo o pega puñetazos como un boxeador larguirucho (aquí no hay la menor exhibición de artes marciales), alguien le lanza un cuchillo por la espalda (hecho con una imagen creada por ordenador), pero eso no consigue detenerlo y, por fin, vemos la duda y el miedo reflejados en la mirada de los quince hombres, que se han dado cuenta de que no van a poder derrotarlo. En contraste con el amasijo de cuerpos que vemos en pantalla, la fotografía es todo un modelo de sencillez: la escena está rodada con continuidad, sin giros; la cámara lentamente hacia la izquierda o hacia la derecha, manteniendo siempre a Oh en el centro del cuadro. Esta única toma, para la que, según dicen, se necesitaron 17 intentos, se prolonga durante 2 minutos y 40 segundos increíbles.






sábado, 2 de abril de 2016

ESCENA CLAVE: Bush en el aula. Fahrenheit 9/11

Fecha: 2004
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Michael Moore
Reparto: George W. Bush
Por qué es clave: Moore ofrece toda una lección de cómo hacer que unas imágenes engañosamente anodinas adquieran una intensa carga ideológica.

La mayoría de los espectadores tienen una opinión hecha de Michael Moore, ya sea a favor o en contra. Pero se puede aplaudir la sensatez de su cine y sus críticas políticas sin por ello dejar de reconocer su tendencia a ofrecer argumentos tendenciosos así como alarde personal.

Todas esas características se muestran en su documental sobre la reacción de la administración Bush ante los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center y otros objetivos. Sin duda, la escena más impactante es ésa en la que vemos al presidente Bush cuando decide seguir adelante ante la prensa con una visita a un colegio de Florida después de que le informaran de que un primer avión se había estrellado contra las Torres Gemelas y cómo se queda en el aula al saber que había un segundo avión y que Estados Unidos estaba siendo atacado. Con la imagen de Bush en el aula, con un libro en el regazo y la preocupación reflejada en el rostro, Moore añade al plano una narración con su polémico enfoque de la situación: "Sin saber qué hacer...el señor Bush se quedó allí sentado y siguió leyendo el cuento con los niños".

Tras contar la falta de reacción de Bush, que ni siquiera salió de la habitación para que le dieran más información, duró casi siete largos minutos, Moore se pregunta si este presidente tan aficionado a las vacaciones se estará lamentando de no haber ido a trabajar más a menudo, o de no haberse reunido con el jefe del departamenteo encargado de investigar el terrorismo, o de haber reducido el presupuesto del FBI en materia de terrorismo. Cuando acaba el monólogo de Moore, la imagen de la parálisis de Moore ha quedado grabada en nuestra memoria para siempre. Y es difícil que esa imagen pierda su espantosa fuerza incluso después de que la asministración Bush sea (literalmente) historia. 


jueves, 17 de marzo de 2016

PELÍCULA CLAVE: AKIRA. El anime invade Occidente.

Fecha: 1988
Nacionalidad: Japón
Director: Katsuhiro Otomo
Reparto: Mitsuo Iwata, Nozomu Sasaki, Tatsuhiko Nakamura, Mami Koyama
Por qué es clave: El estreno de esta película marca el comienzo de la creciente influencia de la animación japonesa.

Es perfectamente lógico que Akira comience con una explosión. Según el prólogo de la película, el 16 de junio de 1988, una misteriosa bola de fuego destruyó Tokio. Hoy, 2019, el Neo Tokio reconstruido es una barriada ciberpunk habitada por pastilleros, fanáticos religiosos, terroristas y motoristas matones adolescentes como Kaneda (con la voz de Iwata) y Ttsuo (voz de Sasaki). Ttsuo resulta herido en un brutal choque contra un "niño anciano" grotesco (Nakamura), y es trasladado a un laboratorio secreto, donde, con la recuperación, adquiere extrañas habilidades psíquicas. Ahora Kaneda y el activista antigubernamental Kei (Koyama) deben unir sus fuerzas para rescatar a Tetsuo y desvelar el secreto de "Akira" y su conexión con la explosión que destrozó la ciudad 31 años atrás.

Antes de Akira, la mayoría de los occidentales creían que la animación japonesa se limitaba a series de televisión de dibujos animados como Speed Racer (Meteoro), es decir, animación para niños de efectos técnicos y doblajes extravagantes. Pero el director Ktsuhiro Otomo (que previamente había escrito el cómic del mismo título) dotó esta épica futurista de argumento complejo, una violencia muy gráfica, imágenes alucinógenas, humor negro, una banda sonora hipnótica, una atención al detalle preciosista y un diálogo perfectamente sincronizado, salpicado de reflexiones profundas sobra la evolución, la tolerancia y la aniquilación en masa. Cuando Akira explotó, la civilización se vino abajo, pero cuando lo hizo el filme (también el 16 de junio de 1988, día de su estreno), la onda expansiva no sólo abrió camino a películas como El viaje de Chihiro (2001) y Ghost In The Shell (1995), sino que además estableció nuevos límites para el arte de la animación.



martes, 8 de marzo de 2016

ESCENA CLAVE: Secuencia de la escalera de Odesa. EL ACORAZADO POTEMKIN

Fecha: 1925
Nacionalidad: U.R.S.S.
Director: Sergei Eisenstein
Por qué es clave: Esta famosa escena, ejemplo clásico de las teorías del montaje de Eisenstein, ha sido objeto de numerosas imitaciones.

La secuencia de la escalera de Odesa de El acorazado Potemkin, basada en hechos reales ocurridos en 1905, está considerada una de las mejores escenas de la historia del cine. Con un montaje frenético y un majestuoso control de la puesta en escena, Eisenstein manipula el espacio y el tiempo real para crear la inolvidable imagen del drama de las víctimas inocentes aplastadas por la opresión del estado.

Los habitantes de Odesa se encuentran en la escalera mostrando su solidaridad con los marineros del acorazado, que se han amotinado para protestar por las condiciones opresivas que sufren a bordo. De pronto aparece un destacamento de cosacos y abre fuego sobre la multitud sin que haya habido provocación previa. Durante la matanza, Eisenstein enfoca muchos rostros, destacándolos entre la multitud -vemos incluso a un burgués que se burla del fervor revolucionario-, pero en cambio muestra a los cosacos sin rostro, como un grupo anónimo representado con una metonimia, pues sólo vemos sus botas y sus rifles. Marchan de manera mecánica y despiadada mientras el pueblo de Odesa huye en diferentes direcciones, son individuos que responden de modo distinto ante la misma amenaza. Einsenstein manipula con destreza la composición, la escala de las tomas y el movimiento dentro del plano, de modo que contrastan unas imágenes con otras.

El director era perfectamente consciente el potencial propagandístico que ofrecía el cine y logra que, al ver esta escena, el espectador no pueda evitar identificarse con el pueblo que se enfrenta a la crueldad de los cosacos. La secuencia es un claro ejemplo de la máxima de Eisenstein de que "el montaje es conflicto", cosa que aquí plasma simultáneamente tanto en la forma como en el contenido.



jueves, 3 de marzo de 2016

DIÁLOGO CLAVE: "Ellos vienen a por ti, Bárbara". LA NOCHE DE LOS MUERTOS VIVIENTES


Fecha:1968
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: George A. Romero
Reparto: Judith O'Dea, Rusell Streiner
Por qué es clave: Es una de las frases más famosas del cine de terror.

Johnny (Streiner) tiene un mal día: se ve obligado a acompañar a su hermana Bárbara (O'Dea) a visitar la tumba de su padre, aunque él ni siquiera lo recuerda. Comienza a bromear, diciendo con voz sepulcral: ¡Vienen por ti, Bárbara! ¡Vienen por ti!", mientras se mueve rígidamente hacia la chica, reviviendo un juego al que ambos jugaban en el cementerio cuando eran niños.




Los hermanos tienen un estado mental muy diferente: él ha superado los miedos normales de la niñez, pero Bárbara se toma aquellas bromas muy en serio y tiene miedo de lo mismo que la asustaba cuando era pequeña. Cree que las cosas inanimadas pueden cobrar vida de repente, pese a las apariencias. Ella es la que todavía no ha crecido. ¿No se supone que las películas de terror juegan con nuestros miedos?


Obviamente, sus creencias pueden explicar el estado de choque en el que el personaje permanecerá durante la mayor parte del filme. La broma pesada de Johnny también tiene un trasfondo irónico, ya que anuncia lo que va a ocurrirles muy pronto y, aunque La noche de los muertos vivientes logró que el género de terror entrara en su era moderna, también adelantó la tendencia, en largometrajes de terror mucho más recientes, hacia un uso contínuo de la reflexión. Más de veinte años después, el mismo Romero recordará este momento en Los ojos del diablo (1990), cuando un personaje muerto viviendo declara: "¡Vienen por ti, Jessica!". Por desgracia, con mucho menos efecto.



lunes, 22 de febrero de 2016

PERSONAJES CLAVE: Los hermanos Farrelly. El perdón a través de la pelea en "Vaya par de idiotas".

Fecha: 1996
Nacionalidad: Estados Unidos
Directores: Bobby Farrelly, Peter Farrelly
Reparto: Woody Harrelson, Vanessa Angel
Por qué es clave: Los hermanos Farrelly, con la constante esperanza de la que dotan a sus personajes, retratan el romance en una pelea en un aparcamiento.

Los hermanos Bobby y Peter Farrelly son los últimos grandes humanistas de Hollywood. Bajo el barniz de grosería que recubre sus fabulosas comedias, llevan a cabo conmovedoras investigaciones sobre la relación entre la ignorancia y la inocencia de la raza humana. Su trabajo es la expresión más noble de un estilo muy particular de comedia popular en el que los chistes escatológicos y ese tipo de gags no pretenden poner en ridículo a los personajes, sino que ayudan a dar cuenta de terribles experiencias existenciales, en que las debilidades del cuerpo reflejan las de la mente. Y cuanto mayores sean las debilidades del personaje, más cariño parecen mostrar hacia él los hermanos Farrelly, como se muestra en su película más infravalorada, Vaya par de idiotas, que la crítica despellejó cuando se estrenó en 1996, quizá porque ese humor grosero no quedaba mitigado por ningún elemento que pudiera servir de promoción (como la presencia de una estrella como Jim Carrey en su obra de 1994, Dos tontos muy tontos).


Sin embargo, el tratamiento satírico de la cultura popular (y del fetichismo con los pechos) del largometraje lo convierten en digno sucesor de otra road movie cómica estrenada cuatro décadas antes, el clásico de Lewis y Martin dirigido por Frank Tashlin, Loco por Anita. Pero mientras que este último trataba de aproximar los objetos que se caricaturizaban, los Farrelly ponen de relieve el mensaje de esperanza y de perdón hacia sus personajes en ciertos detalles, aunque no lo hagan con ninguna elegancia. Lo que sin duda es un momento fundamental del romance del jugador de bolos manco interpretado por Harrelson y la exuberante mujer encarnada por Vanessa Angel tiene lugar durante una desagradable pelea en un aparcamiento (con puñetazos y patadas no solo en la entrepierna), al ritmo de la música del tema de Love Story. 


sábado, 30 de enero de 2016

PELÍCULA CLAVE: Flaming Creatures. El nacimiento del "camp", la muerte de Jack.

Fecha: 1963
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Jack Smith
Reparto: Frances Francine, Sheila Bick, Dorolores Flores/Mario Montez, Judith Malina
Por qué es clave: Dirigida por un genio underground, esta película influyó enormemente en Andy Warhol, Werner Shroeter, Nan Goldin, Mike Kelly y otros.

Estos 43 minutos de metraje en blanco y negro -rodados en películas desechadas y a veces tan dañadas y descoloridas que crean un efecto surrealista de blanco sobre blanco- cambiarían los medios de comunicación estadounidenses para siempre. Bajo una banda sonora completamente desincronizada que va de un silencio inquietante al latin pop, el rock and roll, la música de películas de serie B de Mario Montez y un divertido diálogo sobre cómo hay que quitarse los restos de pintalabios del pene, la película va mostrando imágenes fracturadas y descentradas, algunas estáticas, otras frenéticas. Cuerpos de género incierto (drag queens, tipos musculosos con las axilas peludas, barbas y pintalabios, e incluso mujeres de verdad) se mezclan ingeniosamente con lirios blancos, rosas, joyas falsas, ropa árabe, gasas y encaje...Es como un bodegón enloquecido, como un eco de la más barroca puesta en escena de Sternberg. Primeros planos de manos acariciando penes fácidos o un pecho exquisito, de genitales femeninos en mitad de una escena de falsa orgía/violación en grupo, alternados con momentos de pseudonarrativa: la mañana después de un bacanal seguida de un terremoto, el baile seductor de una mujer española (Montez vestido de mujer) , una drag queen vampiresa a lo Marilyn Monroe levantándose de un ataúd...

La película se originó en los espectáculos gay del Manhattan de la década de 1960, una época de inocencia en la que uno se podía pasar la vida bailando. Y Jack Smith quería que sus espectadores se divirtieran. Según Susan Sontag, esta obra supuso el nacimiento del camp, el estilo amanerado y divertido. Flaming Creatures se enfrentó a una censura brutal tanto en Estados Unidos como en Europa. Smith la retiró de la circulación, no volvió a estrenar ninguna otra película y se sumergió en un estado de paranoia o locura de genio que acabaría matándolo.


Bérénice Reynaud.